Ante la mirada de San Alberto: se inaugura escultura en honor a nuestro santo patrono
El afamado artista italiano Michelangelo Buonarroti, más conocido como Miguel Ángel, autor de obras tan icónicas de la escultórica humana como “La piedad” o “El David”, dijo una vez, en torno a las esculturas y su relación con Dios “El amor es el ala que Dios ha dado al hombre para volar hasta él”. Estas palabras adquieren un especial sentido para nuestra familia albertiana, ya que, desde algunos días, hemos dejado un legado para la ciudad de Constitución, que da fe del paso por la tierra de un gran nombre, un santo genuino tanto por su trabajo entre hombres, como por la fe que ha sembrado en el corazón de la gente, aún después de su partida: San Alberto Hurtado.
Durante la jornada del pasado miércoles 31 de agosto, a eso de las 12:30 horas, cuando el día era gentil, se llevó a cabo la inauguración de una escultura en honor a San Alberto Hurtado, figura ubicada en la intersección de las calles Montt con Oñederra, ubicada justo en una de las esquinas de nuestro colegio, erigiéndose como un baluarte de nuestra fe. Para celebrar el evento, contamos con la presencia de nuestro Monseñor Tomislav Koljatic Maroevic, nuestro capellán, el padre Gonzalo Aravena, nuestro diácono, Don Ignacio Salazar, el representante legal de las fundaciones educacionales del Obispado de Linares, Don Rodrigo Barrera Ruz, nuestra directora, doña Marcela Lillo Labra, así como también del equipo de gestión. Sumados a ellos, tuvimos la asistencia del alcalde de nuestra ciudad, don Fabián Pérez, representante de relaciones públicas de la empresa Arauco, representante del hogar de Cristo, delegadas y delegados de pastoral de estudiantes de cada curso, profesoras y profesores, centro de padres y apoderados y centro de estudiantes de nuestro colegio, como también la asistencia de padres y apoderados en general.
Desde este día, San Alberto no solo está presente en nuestros corazones, con sus enseñanzas; en nuestra memoria, con las acciones que llevó a cabo en vida: de aquí en más, la ciudad de Constitución, la familia albertiana y las generaciones venideras, podrán contar con un amable y silencioso guardián, que velará por nosotros a toda hora. ¡Ante la mirada de San Alberto, seguimos creciendo!
